miércoles, 13 de julio de 2011

BUCEO SUSTENTABLE

La Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID) gentilmente me invitó a participar del Primer Foro de Turismo Sustentable que se llevó a cabo el pasado viernes 1 de julio de 2011 en el Teatro Juan de la Cabada de la ciudad de Campeche, México. Mi conferencia trató sobre “Buceo Sustentable”.
Para los que no pudieron estar y les interesa el tema, aquí les reproduzco en forma resumida el contenido de mi charla:
“El buceo es una actividad que exhibe todas las características del ecoturismo: se desarrolla en un ambiente natural, brinda oportunidades para proveer educación ambiental y puede ser explotado de forma sustentable. Veremos si esto es así en la realidad y cuáles son las acciones o medidas que podemos tomar para alcanzar este objetivo de sustentabilidad. Para eso tenemos que empezar por precisar que entendemos por sustentabilidad.
La sustentabilidad o sostenibilidad no es un concepto nuevo ni mucho menos original de la actualidad. De hecho la sustentabilidad es una preocupación que vienen teniendo los investigadores y científicos desde mediados de la década del 60. Desde ese momento estos grupos entendieron que si seguía en ese camino de destrucción masiva de los recursos naturales, la humanidad enfrentaría graves problemas de supervivencia en el futuro cercano. Es así que en 1972 las Naciones Unidas organizó en la ciudad de Estocolmo, Suecia la Primera Conferencia sobre Medio Ambiente Humano. En el marco de dicha reunión se emitió el Informe Brundtland. Originalmente conocido como “Nuestro Futuro Común” (Our Common Future, en inglés), en este informe se utilizó por primera vez el término desarrollo sostenible (o desarrollo sustentable), definido como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
Si nos ponemos a pensar nos vamos a dar rápidamente cuenta que esta definición no es más ni menos que lo que sabían intuitivamente y por experiencia las diversas poblaciones aborígenes de todos los continentes. Estas razas percibían claramente que la clave de su supervivencia radicaba en vivir armoniosamente con la naturaleza. Es una vergüenza que las autodenominadas culturas “civilizadas y modernas” no hayan podido asimilar ese conocimiento fundamental de vida y hayan llegado al delicado estado presente de situación.
Entonces, cuando hablamos de sustentabilidad o sostenibilidad estamos poniendo en la balanza dos bienes que nos interesa proteger: por un lado la conservación del medio ambiente y sus recursos, y por el otro el desarrollo económico y social del ser humano. Llevando entonces estos conceptos al objeto de nuestra charla, la balanza es ocupada por un lado por los cuerpos de agua y por el otro el impulso del buceo como actividad turística que genera prosperidad económica para las poblaciones situadas en las cercanías de los sitios de inmersión.
Por cuerpos de agua entendemos a todos aquellos ambientes acuáticos que sean “buceables”, es decir, que presenten algún tipo de interés para los que practicamos la actividad. Esto representa a casi la totalidad de los ambientes acuáticos del planeta. Mares (arrecifes, naufragios, etc.), lagos, lagunas, cenotes, ríos son claros ejemplos de cuerpos de agua naturales, pero los buzos utilizamos también embalses, canteras y hasta minas inundadas para practicar nuestra actividad. Estos cuerpos de agua presentan actualmente varios y serios problemas. Sólo por citar algunos, podemos mencionar a la contaminación en todas sus formas, la acidificación, la sobrepesca, la invasión de especies foráneas y la pérdida de ambientes arrecifales por diversas causas.  
Veamos a continuación cual es la realidad de nuestra actividad. El buceo es la actividad ecoturística de mayor crecimiento global. Veamos la siguiente estadística que nos muestra la evolución del número de buzos certificados en los últimos 30 años:

1980
             732,000 buzos certificados
1990
          3,380,000 buzos certificados
2000
        10,100,000 buzos certificados
2010
        19,400,000 buzos certificados
Fuente: PADI - Worldwide Corporate Statistic 2010

Como se puede observar el crecimiento absoluto en los últimos 10 años es extraordinario, y tengamos en cuenta que se considera al número de buzos que tiene en sus registros sólo una de las agencias certificadoras. Es decir, si incluimos todas las agencias que expiden credenciales podemos estimar que el número total de buzos certificados deben rondar entre 40 y 50 millones. Esto como podrán ya imaginar implica una fuerte presión sobre los ambientes que reciben turistas buzos.
Lamentablemente, esta última década también ha tenido una característica importante en cuanto a la preparación de los buzos novatos: el descenso en la calidad de enseñanza. El buceo es una actividad humana y como tal no escapa a los tiempos que vivimos, que se caracterizan por la falta de compromiso, irresponsabilidad y por la errónea idea de que todo debe ser fácil y ampliamente accesible, con total menosprecio por el merecimiento de los logros. Esta filosofía “light” ha implicado que los cursos hayan reducido de forma drástica su nivel académico y de entrenamiento. Mucha gente accede al buceo actualmente a través de cursos muy breves (2 días o a lo sumo 3), generalmente dictados en el marco de las vacaciones que los candidatos se encuentran tomando en algún  destino turístico cercano a sitios de buceo. Esto termina produciendo consecuentemente buzos de un nivel paupérrimo. Para empeorar la situación estos cursos tienen nulo, o en el mejor de los casos escaso, contenido en materia ambiental.
Consecuentemente esta gran masa de buzos deficientemente entrenados genera importantes impactos al delicado ambiente subacuático. Sin pretender agotar la lista de efectos negativos del buceo, podemos mencionar a modo de ejemplo la destrucción de organismos por contacto involuntario o voluntario; la expoliación de organismos vivos y muertos, de formaciones geológicas e incluso de piezas de valor arqueológico; cambios en el comportamiento de algunas especies (la práctica del “feeding”); contaminación; destrucción derivada del fondeo de las embarcaciones y la turbidez del agua ocasionada por los buzos.
Pero además de estos perjuicios, el buceo como actividad turística genera asimismo grandes beneficios. Esta actividad crea un flujo importante de buceo a los destinos de buceo. Ello impulsa necesariamente el desarrollo económico y social de las poblaciones locales y por último promueve la cultura de la preservación en todos sus participantes quienes, con el objeto de preservar sus fuentes de ingresos, serán los primeros interesados en preservar los recursos naturales. El ejemplo más claro en este sentido es Cozumel. Esta isla del caribe mexicano era virtualmente desconocida por el resto del mundo hasta la década de los 60, momento que se hizo mundialmente famosa como destino de buceo debido a la visita de Jacques Cousteau, quien pondero públicamente la belleza de los arrecifes cozumeleños. A partir de ese momento el flujo de turistas es constante y ha hecho crecer y prosperar no sólo a Cozumel, sino también a gran parte de la Riviera Maya.
Entonces, ¿qué medidas o acciones se pueden tomar para evitar los efectos negativos del buceo como actividad turística y potenciar los beneficios que produce? En primer lugar se impone necesariamente un cambio de mentalidad en todos los involucrados en el tema y el reconocimiento de que si se sigue actuando de la forma actual el buceo como actividad recreativa desaparecerá. Concretamente se pueden tomar diversas medidas o acciones de protección.
La creación de áreas marina protegidas (o áreas acuáticas en general) es la solución más común y ampliamente aplicada. Los responsables de estas áreas deben establecer planes de sustentabilidad para las mismas. Para ello se necesita determinar lo que se conoce como la CAPACIDAD DE TOLERANCIA de los sitios de buceo. Se entiende por capacidad de tolerancia al nivel de uso que un recurso natural puede sostener con un aceptable grado de deterioro. Esta capacidad se debe establecer científicamente y brindará el conocimiento que fundamentará un manejo adecuado del recurso, en nuestro caso los diferentes sitios de buceo. Asimismo, dentro de las obligaciones de los funcionarios de estas áreas se encuentra la de cobrar y administrar los derechos de uso. Este punto también se presta para extendernos, pero para baste decir que si el área no puede administrar los ingreso monetarios que genera, el cobro de derechos pierde todo objeto. Aplicar el poder de policía dentro de las áreas protegidas también es necesario para corregir las conductas que aquellos que no respeten las normas o instrucciones de utilización de los sitios y por último las áreas protegidas proveen el marco ideal para la promoción y la educación ambiental.
Otra medida protectora consiste en restringir el acceso a los sitios de buceo a fin de evitar numerosos contingentes de buzos en los sitios que reduzcan en definitiva la mencionada capacidad de tolerancia de los mismos. Esto se puede lograr de varias maneras: aumentando el cobro de derechos para los sitios más delicados, exigiendo un determinado nivel de buceo para acceder al sitio o directamente prohibiendo el paso a los sitios con mayores problemas en determinados períodos críticos del año (ej.: temporadas de apareamiento, migraciones, etc.). Asimismo se puede administrar la visita de los sitios naturales creando otras opciones de buceo, como ser la creación de arrecifes artificiales, opción que es ampliamente utilizada en el Estado de Florida, en los Estados Unidos.
Ningún programa de protección funcionará si no se involucran a las poblaciones locales y a los operadores de buceo. Ellos son quienes sufrirían de forma directa la pérdida del recurso natural. Para ello son necesarias campañas de educación ambiental y de sustentabilidad. Otra opción es reconocer a aquellas operaciones de buceo que trabajan con mentalidad “verde”. Muchas personas actualmente eligen operaciones de buceo cuidadosas del medio ambiente. Por lo tanto trabajar de esta forma redundará en mayores beneficios económicos para los operadores. También los programas de voluntariado resultan una alternativa muy interesante. Existen muchas organizaciones gubernamentales y civiles cuya misión es el cuidado del medio ambiente y que cuentan con programas de voluntariado enfocados a mejorar la calidad de los recursos naturales. Tal es el crecimiento de este tipo de actividades que ya hay toda una industria de turismo alrededor de ellas, con lo cual se logran en definitiva los dos objetivos: cuidado de los cuerpos de agua y desarrollo económico.
 
Por último, a las organizaciones certificadoras y a los instructores nos toca cumplir un papel muy importante dentro de este esquema que tiende hacia la sostenibilidad. Nosotros somos los responsables de educar a los futuros buzos y de habilitarlos para ingresar a los cuerpos de agua. Entonces para corregir los problemas que actualmente reflejan muchos buzos novatos (y no tanto) propongo que se tomen las siguientes acciones: en primer lugar todos los cursos de nivel básico deben contar obligatoriamente con educación ambiental ya que actualmente es muy poco o ninguno el tiempo que los instructores dedican a esta temática. Por otro lado se debe terminar definitivamente con los cursos “expreso”. Es necesario hacerle entender a los candidatos que convertirse en buzo es un proceso que lleva su tiempo y que pretender resumir todo lo que se necesita internalizar y entender en apenas un par de días no sólo produce buzos descuidados con el medio ambiente, sino que además va en contra de la seguridad del propio individuo. En este sentido los instructores debemos reforzar el entrenamiento en el adecuado manejo de la flotabilidad y la postura del buzo debajo del agua (trim). El escaso entrenamiento en estas dos habilidades, que resultan difíciles de dominar en un espacio corto de tiempo, es el que produce el mayor daño ambiental, generado por el contacto involuntario de los buzos, sus aletas y equipo contra las formaciones biológicas, geológicas e inclusive arqueológicas subacuáticas. 
En definitiva las agencias y los instructores debemos ser los primeros educadores ambientales y brindar a nuestros alumnos la enseñanza adecuada, no sólo para convertirse en buzos seguros sino que además en los siguientes protectores de los medios acuáticos. Estas enseñanzas las podemos resumir en lo que se conoce como el Decálogo del Buceo Sustentable:
1.       No extraer organismos vivos, muertos o partes de naufragios
2.       No dañar (matar, fragmentar, partir, etc.) seres vivos
3.       No alimentar la fauna acuática
4.       No contaminar el medio. Extraer residuos de los fondos
5.       Controlar la flotabilidad y ser cuidadosos al movernos
6.       Bucear en grupos reducidos y lugares no masificados
7.       Evitar los fondeos agresivos sobre los fondos
8.       Ser cuidadosos al bucear en grutas y cuevas
9.       Aprender sobre el medio acuático (ecología, fauna, flora)
10.   Respetar y hacer respetar este decálogo
Estas medidas no implican invertir dinero ni mayor esfuerzo por parte del buceo y son de cumplimiento simple si todos estamos “en la misma sintonía”.  De esta forma podremos aspirar a que el buceo logre el objetivo de las prácticas sustentables, esto es permitirnos disfrutar del fascinante mundo subacuático y que nuestros hijos y nietos también tengan la posibilidad de gozarlo.